miércoles, 18 de diciembre de 2013

SOMOS LOS CRITICOS INDESTRONABLES DE LOS DEFECTOS DE LOS DEMAS



Las relaciones interpersonales en verdad son como un caos vehicular 
en una gran ciudad donde no existen los semáforos.


¿Dónde quedaron esos valores?

¿Dónde están las enseñanzas de nuestros padres 

con tanto esfuerzo nos inculcaron desde nuestra niñez? 


Tristemente a medida que crecemos, 
el mundo nos contamina de todo lo que nos ofrece 
y que nosotros como Bob esponja absorbemos todo 
y lo guardamos en nuestro disco duro 
con clave de seguridad donde el único que tiene acceso somos nosotros mismo 
y hacemos uso (mal uso) de esta cada minuto de nuestras vidas.

Crecemos y somos los críticos indestronables de los defecto de los demás.
 No soportamos que el vecino avance en el camino del éxito 
porque si vemos que el logra más rápido que nosotros 
mínimo empezamos a pensar que es un narcotraficante 
que lava dinero en el patio de su casa.

Añoramos las aspiraciones de nuestros conocidos donde tienen casa , 
beca,  hijo hermoso y  la mascota que ventea su pelo en puerta trasera 
de un carro de lujo 0 km 

Envidiamos a la hija adolescente de la vecina 
que por alguna razón que a nadie le importa 
pero cuando pasa de recepcionista a secretaria del gerente en menos de un mes
nunca pensamos en las capacidades intelectuales de ella 
si no en sus capacidades físicas que DIOS le dio 
y para rematar nosotros no contamos ni con una ni con la otra.

¿Por qué la envidia se disfraza de todos los males de la humanidad que salen de nuestra caja de pandora como una gota de lluvia que cae del cielo?

Aunque nos duela en el corazón y por más que lo neguemos 
siempre estaremos en una lucha competitiva con los demás 
sin asumir nuestra capacidad de obtener las cosas. 
Cada quien consigue lo que se merece. 
Ni una gota más ni una gota menos. 
Siembra girasoles y cosecha lo mismo. 
No esperes otra cosa.

En verdad como reflexión, 
incluso en el cristianismo en que  se proclama amor al prójimo 
y el  perdón a nuestros enemigos y donde las promesas se hacen a voces llenas 
tratando de cumplir con un DIOS que en muy pocas ocasiones lo evocamos para agradecerle sino para exigirle favores innecesarios. 
El único deseo que deberíamos tener 
es un poco mas de humildad para nosotros mismo 
y cuando lo logremos… 
entederemos que mas que valores y buena voluntad para cambiar 
desearemos la voluntad de hacer bien  las cosas

GABRIEL CONTRERAS.

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