lunes, 6 de enero de 2014

SOLO NOSOTROS PODEMOS CONDIMENTAR NUESTRO CAMINO

 
 
Aunque la cocina no sea mi zona de dominio, lo cierto es que la vida, nos guste o no,
funciona como una receta.

Hay etapas agrias en las que se mezclan las lágrimas, las decepciones y la desilusión.
Momentos salados que parecen no tener fin y que al cabo del tiempo dejan una sensación
de amargura.

De repente y quizás sin esperarlo, reviven los instantes dulces, cargados de felicidad, sorpresa, emoción y esperanza. Etapas que debemos disfrutar porque aunque se demoran en su ...cocción,
son las más agradables al paladar.

De uno depende ponerle el picante a sus días. Solo nosotros somos los encargados de condimentar nuestro camino porque aunque se presenten obstáculos y sintamos que vamos a explotar en una olla de presión, siempre hay un baño de maría que merma la temperatura y nos hace valorar lo que tenemos a fuego lento hasta que la dicha nos ayude a volver a hervir.

Las mezclas son interesantes. Unir la sal con el azúcar, la pimienta con la miel y el ají con el limón. Lo importante es saber que cada quien tiene su propia cocina y los aditamentos llegan para ponernos pruebas y enseñarnos que el gusto es un placer individual.

Debemos aprender a cortar los problemas, a trinchar las soluciones y tomar todo con alegría.
Engullir el dolor y olvidarlo mientras saboreamos las enseñanzas.

La vida sabe a lo que uno quiera. Es una decisión personal porque aunque mucha gente intervenga en el proceso, solo uno goza o rechaza el resultado final.

Cada persona tiene su sabor y uno escoge con cuales rodearse para crear la combinación perfecta. Algunos llegan para fritar y otros para complementar.

Saber elegir siempre será la clave para ser un buen chef de su existencia,
porque lo único cierto es que si uno no se devora la vida, ella se lo come a uno.
 
 

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